viernes, 21 de septiembre de 2012


AbriendoIdeas Cine


Comparto esta entrevista a Campanella, realizada por el sitio decine21.com. (http://www.decine21.com/Magazine/Juan-Jose-Campanella-350).

Todo como siempre,

 pero sin nada que ver...


por Estrella Martínez





Además del éxito, la película tiene una estética muy bonita. ¿Cuál fue tu planteamiento para alcanzar este resultado?

Hay cosas que te va dictando el material, el guión. Luego también hay cosas que te vienen dictadas por la educación cinematográfica de uno. Y luego también te influye la realidad con la que encuentras cuando te pones a trabajar. En cuanto a la educación cinematográfica, mi amor por el cine se despertó durante mi adolescencia, en los años setenta. Y El secreto de sus ojos creo que está muy metida en la estética de los setenta, en los thrillers de esa época. Por ejemplo, El último testigo de Alan J. Pakula con Warren Beatty, que tiene una cinematografía basada en tomas más largas un poco estilo Gordon Willis. También sabía que era una película de grandes estructuras. Me gustaba la idea de jugar con los espacios. En las otras películas jugué más con los individuos y aquí me gustaba ver el hecho de hombrecitos en medio de lugares gigantescos. Caminando un día por la calle de repente empecé a vernos a todos nosotros como hormigas, y por eso quería jugar también con los grandes espacios: tribunales, estadios de fútbol, etc. También me pareció muy apropiado y me gustaba para la película los encuadres de composición negativa. No están compuestos según la proporción aurea aristotélica. Quería ponernos a nosotros como espectadores, como si fuéramos un disco que está escondido en una habitación y trata de ver.



Dices que te has inspirado en los thrillers de los setenta. Pero en cierta manera, tú te encargas de desmontar el típico thriller, sus tópicos, con muchos momentos de humor.

Lo que ocurre es que yo tengo una relación amor-odio con el cine negro. Porque thriller no sé si realmente es una palabra que le va a la película. Tiene también un toque de cine negro, suspense. Mi problema con el cine negro –aunque hay películas que me gustan mucho– es que noto que los personajes generalmente son fríos y distantes. Con un detective no tengo nada que ver. En cambio, lo que me gustó de la novela –porque es un elemento que ya estaba allí– es que es una historia indudablemente policial, aunque tampoco se le puede llamar sólo así, pero con personajes como los de mis películas. Personajes que yo conozco. Mi hermana es un animal de tribunales. Trabajó durante más de 35 años en los juzgados y gracias a ella pudimos rodar allí. Ella es una persona normal, es mi hermana, pero sin embargo, es una persona que ha visto crímenes durante toda su vida. Lo que me gustaba de la novela es que era gente cotidiana. Y es esa cotidianeidad la que les hace ser detectives imperfectos y por eso muchas cosas les salen mal. Para mí era importante que el espectador pudiera sentir que podía ser él si estuviera en una situación similar. Eso me parecía fundamental porque no te sé decir si es una película de amor con un elemento de misterio o una película de misterio con un elemento de amor. A mí la historia de amor me preocupaba tanto o más -de hecho, empieza y termina con esa historia- que la otra. La otra más bien como el obstáculo del amor.

La película habla sobre la necesidad de recordar.

Yo estoy a punto de cumplir 50 años –aunque aparente 30 (risas)– y son momentos en los que uno empieza a pensar qué pasó en su vida. Las decisiones que tomó, el impacto que tuvieron. Comienzas a hacer resumen y a sacar conclusiones. A mí el tema de la memoria me interesa mucho, ya estaba en El mismo amor, la misma lluvia, en Vientos de agua también. De la novela hubo una imagen que me volvía una y otra vez y que era la de un viejo comiendo solo en un restaurante. Darín lo dice en la película: “Me vi comiendo solo y no me gusté”. No hay nada que me de más tristeza que un viejo comiendo solo en un restaurante. Siempre me quedo mirándolos cuando encuentro a alguno. No tanto las mujeres, porque cuando vosotras os quedáis solas empezáis como a celebrar la vida (risas). Pero los hombres se vienen abajo cuando se quedan viudos o solos.

Pero según muestra la película, con la memoria también hay que tener cuidado. Se puede llegar a una situación enfermiza.

Claro, la memoria hay que tomarla con sabiduría. De hecho el personaje de Darín cuando echa la vista atrás trata de corregir cosas mientras que otros se quedan trabados en el pasado como el marido –que a mí es un personaje que me fascina–. Él es consciente de que está en una cárcel, por eso le dice a Darín “váyase usted que puede. No piense más porque le van a quedar muchos pasados y ningún presente”. Es un tipo que es consciente de lo que le pasa y que a la vez es prisionero de lo que le pasa.

Y es que a pesar de que la historia es trágica, el humor tiene un papel fundamental.

Por supuesto. Pero tengo que decirte que surge naturalmente. No hay vuelta que dar. Trato de escribir una escena o una película totalmente en serio y me acaba saliendo el humor. Pero es que eso es algo que forma también parte de nuestra vida. Especialmente en el caso de personas que trabajan a diario con tragedias en un hospital o en un juzgado de lo criminal.

Hay muchos planos cortos que permiten que los ojos “hablen”.

Sí. Hay muchos planos de ojos solos. Hay escenas donde escondo todo lo demás con los hombros o con las lámparas porque realmente el tema de los ojos está ya desde el título. Rara vez en la película alguien está diciendo lo que siente, así que los ojos son el leitmotiv. Por un lado, es una película con los planos más grandes que he hecho en mi vida, pero también tiene esos que son tan pequeños, tan cercanos. Y luego aquí también hay que hablar de los actores. Hay un punto en el que no se puede dirigir. En el ensayo se habla mucho. Los actores tienen que tener muy claro qué es lo que está pensando el personaje. Si el actor se pone a pensar en lo que está diciendo el otro para ver cuándo tiene que meter él su bocadillo, o cómo digo esta letra, o qué se yo, entonces no salen los ojos. Ya lo dice el cliché más viejo del mundo, los ojos son el espejo del alma. Tiene que estar inmerso absolutamente. Y la verdad es que ellos son grandes actores y además tienen grandes ojos y también por eso los elegí. Ricardo, Soledad, Pablo, Guillermo y Javier tienen ojos muy expresivos.

Llevabas sin hacer una película desde Luna de Avellaneda en 2004. En este tiempo has trabajado para televisión dirigiendo capítulos de series como Ley y Orden o House. ¿Seguirás compaginando ambos mundos?

Sí, siempre. Lo bueno que tiene la televisión es que para mí es como un juego. No es mi fiesta, no me tengo que preocupar de si están bien los sandwiches, si falta bebida, si la gente se está divirtiendo, etc. Si el capítulo que me toca dirigir de House no es tan bueno como otro, mi trabajo es el de dirigirlo lo mejor que pueda. Digamos que soy el cocinero, pero la receta no es mía. Cuando la receta es mía todo es distinto, y el nivel de preocupación y de ansiedad no tienen nada que ver. El trabajo es el mismo, pero todo lo que pasa por dentro es muy distinto. Por eso quiero seguir haciendo cine. Pero también quiero seguir haciendo televisión porque me permite estar en un set, poder mandarle a alguien por una vez en la vida (risas). Bueno, no tanto porque eres parte de un engranaje (risas), porque en televisión los grandes jefes son los autores. Entonces es algo divertido, vivo de eso, es lo que me da de comer, son buenos productos, a la gente les gusta, no siento que estoy haciendo una porquería y trabajo con grandes actores. Es sorprendente ver cómo después de cinco o seis años de estar haciendo el mismo personaje, personas como Hugh Laurie siguen preocupados para encontrar la manera de hacer mejor la escena. Entonces es un gran entrenamiento sin la angustia ni la preocupación que me genera una película y, por tanto también, sin el placer que me genera una película cuando me sale bien.

Hiciste una serie en España, Vientos de agua, que no tuvo la continuidad necesaria en antena y fue otra de las víctimas del maltrato televisivo.

Después de lo que dices, la serie tuvo una vida muy larga en dvd, pirateo (risas), de todas las maneras que se pueda ver. A estas alturas creo que la han visto millones de personas en todo el mundo. A día de hoy sigo recibiendo de los mejores comentarios de toda mi carrera. Todavía hoy me siguen dejando comentarios en la web. En el momento que se emitió, lógicamente lo viví con mucha tristeza pero ahora que ha pasado el tiempo y miro hacia atrás le agradezco a Tele 5 la oportunidad de poder hacerla. Gracias a ellos tuvo la calidad que tuvo y ha podido tener con posterioridad una larga vida en otros formatos. Y es que normalmente en la tele nunca se hubiera hecho una serie así. Por lo menos, existe. Así que, agarremos lo mejor que podemos del paquete. Pero fue una serie que supuso un corte muy fuerte, fue el trabajo más difícil de mi vida. Me sirvió para probar encuadres, tratamientos de color. Apuntes de la estética que hablábamos antes que he usado en El secreto de sus ojos.

De la estética ya hemos hablado, ¿qué hay del tratamiento del color?

Para mí el gran desafío era cómo diferenciar pasado y presente. No quería el típico sepia, blanco y negro, etc. Experimentamos con un montón de técnicas de color y un día me di cuenta de que quería los colores de la memoria. Adaptar al contenido, a los recuerdos, convirtiéndose en brochazos de color no reales. De ahí la importancia también que ha tenido el color en la temática de la película de la memoria.

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