lunes, 16 de julio de 2012


AbriendoIdeas Teorías

La sensibilidad del artista


En el día de hoy voy a desarrollar una teoría que está específicamente dirigida a analizar la obra de Dalí en función de un cambio radical que se produjo en un momento de su carrera, tomando cómo eje una obra que condensa esa transición.

El surrealismo


Salvador Dalí es considerado, de acuerdo a lo expuesto en el libro “Historia de la Pintura, del renacimiento a nuestros días” de Anna Carola Kraube, uno de los máximos exponentes de la corriente surrealista que desarrolló su máximo período de esplendor en el período comprendido entre 1924 y 1945. Las obras desarrolladas por ésta corriente, de acuerdo a lo expuesto en el mencionado texto, son “Cuadros que emergen de lo más profundo del alma”. Más allá de lo poética de ésta definición elaborada por Kraube lo que se afirma es un fundamento detrás de las producciones surrealistas muy ligado al inconsciente, generando fuertes interrelaciones entre el movimiento y la teoría de Sigmund Freud sobre la psiquis humana. 


Es decir que ésta vanguardia buscó generar un quiebre con la explícita realidad visual y se dedicaron a lo que Kraube cita cómo la búsqueda de una “realidad universal” o una “surrealidad”; vinculada a las fuerzas inconscientes y desconocidas que influyen sobre el comportamiento y el pensamiento. La mencionada autora desarrolla que dado que el inconsciente se manifiesta en los sueños, se le dio una gran importancia al mundo de los sueños cómo eje de reflexión e inspiración. Todas éstas consideraciones son condensadas en la declaración de André Bretón que señala: “Creo en la futura disolución del sueño y la realidad, circunstancias que en un principio parecen tan diferentes, en una especie de, si se quiere, superrealismo”. 



Definidas ya las concepciones teóricas del movimiento es necesario un análisis de la figura del artista en sí. Salvador Dalí nació en 1904, en Cataluña, en el seno de una familia burguesa. En 1919 luego de haber experimentado desde edad muy temprana con la pintura impresionista y cubista abandona su Cataluña natal y se traslada a Madrid para ingresar en la Academia de Bellas Artes. En ella entabla amistad con el poeta granadino Federico García Lorca y con Luis Buñuel, con quien filmaría diez años más tarde una película icónica del movimiento surrealista: “Un perro andaluz”. En 1929 Dalí se instala en la capital francesa y se une al grupo surrealista que lideraba el poeta André Breton, para constituirse con el tiempo en uno de los máximos referentes de esta vanguardia en la pintura. En 1931 realiza su primera exposición individual en la Galerie Pierre Colle de París, en la que expone la obra “La persistencia de la memoria”, y participa en la primera muestra surrealista organizada en Estados Unidos, el Wadsworth Atheneum de Hartford (Connecticut). 

"La persistencia de la memoria"

Si bien se produjeron más tarde diferencias con André Bretón que concluyeron en la exclusión del pintor del grupo es indudable su trascendencia e implicación con el movimiento. Dalí afirmaba incluso que sus cuadros eran:”fotografías de sueños pintadas a mano”, lo que demuestra también su inspiración y consideración en lo inconsciente cómo fundamento u origen de su arte. 


Sin embargo se da en Dalí, de acuerdo a lo expuesto por Gabriel Ureña en su texto “Las vanguardias artísticas en la postguerra española, 1940-1959”, un cambio o modificación en sus concepciones a partir de un fuerte trauma consolidado en el mundo real: La Segunda Guerra Mundial y su culminación con las Bombas Atómicas. Aquella realidad que Dalí había casi dejado de lado o superado, en consideraciones estéticas que iban mucho más allá de lo objetivo o del pragmatismo de lo real, generó en él un impacto profundo que modificó en ese período sus concepciones. Se genera en él una fuerte alienación a lo religioso y a la figura de Jesús, casi buscando un refugio en él a los pesares del mundo. En ése marco es que se compone la obra que será eje de análisis a lo largo del trabajo: “Cristo de San Juan de la Cruz”. 



"Cristo de San Juan de La Cruz"


El refugio de la tradición

La constante valorización del sueño y de lo inconsciente presente en Dalí a lo largo de su trayectoria aparece en ésta obra reprimido en los cánones tradicionales, cómo una aspiración a acceder a la virtud propia de la religión, de reconectar con los valores y principios clásicos y religiosos que parecían perdidos en la nebulosa de la guerra. De ésta manera se hace evidente el desplazamiento que se genera en las concepciones de Dalí en éste período, desde lo vanguardista a lo clásico, situación que define precisamente Gabriel Ureña de la siguiente manera: 

“El surrealismo había muerto ya para él y ahora pintaba cómo un virtuoso académico, cómo un perfecto e impersonal profesor de la técnica artística”. 


Una descripción clara de lo que vivió Dalí en estos años y cómo genera un vuelco en su estilo desde la creatividad vanguardista, a una técnica precisa inspirada en los cánones clásicos. La razón detrás del cambio es el fuerte shock generado por la 2º Guerra Mundial, el observar cómo el mundo podía ser destruido en un instante y cómo lo aparentemente eterno resulta efímero, en ésa contradicción existencial es que Dalí parece aferrarse a la tradición y a los cánones artísticos de antaño para conservar esa eternidad, aunque sea en relación a las formas y valores religiosos. 

Considerando la concepción de Nietszche de la muerte de Dios cómo el fin de todas las ligaduras y preconceptos de la religión, cómo el nihilismo que abarca la condición humana, donde no hay nada ni nadie donde ampararse. Éste concepto parece haber sido vivido profundamente por Dalí a partir de los mencionados sucesos, sin embargo aquello que Nietszche destacaba cómo una condición de plena libertad para construir nuevamente es dejada de lado por Dalí quien justamente, deja de lado una vida de rebelión e innovación en una búsqueda de aferrarse a la idea de Dios cómo un amparo en la tempestad de la condición humana.


Sin embargo y casi cómo en un dejo surrealista coexisten en Dalí dos condiciones destacadas por Nietszche cómo propias de la condición humana, lo “apolinio” y lo “dionisíaco”. El filósofo refiere con éstas ideas a la duplicidad humana entre lo racional representado en el dios griego Apolo y lo emocional, sentimental considerado a partir del dios Dionisio, reconocido por su hedonismo. Nietszche señalaba que la condición humana se da una duplicidad entre éstos aspectos, observable también en las producciones artísticas. Ésta obra de Dalí no está exenta de ésta condición, por ejemplo la racionalidad se observa en la lógica composición en dos planos, lo humano y lo divino y a su vez en el naturalismo de las figuras y de la representación de los pescadores. 

Sin embargo la obra posee una fuerte carga emotiva que abarca el plano de la creatividad y la emoción en la perspectiva generada sobre la figura del Jesús crucificado que se impone sobre lo humano jugando justamente la polaridad humanidad – divinidad. Es decir que se compone una imagen que si bien se construye en base a principios o cánones clásicos y racionales abarca también el inconsciente, no sólo en la descripción generada por Dalí del proceso creativo sino que la obra a su vez involucra un estado de ensoñación que evoca una superposición de estados entre la reflexión religiosa y la cotidianeidad humana.



El sentido detrás de la obra 



La pintura surrealista generada por Salvador Dalí en gran parte de su carrera artística entraña la ya mencionada reflexión sobre el sueño, lo imaginario y la rotura de prescripciones en el arte, buscando generar una pintura que se desarrolle en el plano de lo emotivo irracional, propio de la psiquis humana, el ya mencionado componente “dionisíaco”. Es decir que las pinturas generadas por el artista enmarcados en ésta corriente de vanguardia surge del imaginario del pintor, generando una verdad que existe en la obra, que es propia de ella y sólo puede hallarse allí. Esta concepción es consecuente con la teoría de Heidegger, quien justamente plantea que la verdad del arte está en el arte. No existe para éste autor algo fuera de la obra que la determine o que construya enteramente su significación, sino que el mundo que existe en la obra es propio de ella, existe allí mismo. Es así como este autor llega a la conclusión de que “la obra oculta la tierra y nos devela un mundo”; es decir se genera un ocultamiento de la materialidad de la obra en una constante exposición de ésa verdad que está incluida en ella. 

Esta situación es destacada por Kraube en la definición del surrealismo, señalando que sus obras generan:”un estado de percepción que está más allá de cualquier tipo de lógica y concepción racional del mundo” “(…) abre camino a una realidad detrás de la realidad visual”. Lo que demuestra una directa articulación sobre lo expuesto por Heidegger. 


Sin embargo cómo se ha mencionado con anterioridad “Cristo de San Juan de la Cruz” de Salvador Dalí es una excepción a las obras generadas por el artista hasta el momento, variación fruto del fuerte impacto emocional. Es así cómo entran en consideración otras visiones sobre el sentido y significado de la obra con autores que analizan éstas concepciones desde una mirada más clásica, acorde a los valores estéticos e ideológicos que encarna esta obra. 

Con anterioridad se ha mencionado cómo esta obra se desenvuelve en el marco de las concepciones tradicionales, defendiendo el naturalismo de las formas y las proporciones. En éste sentido se produce una cercanía con el concepto de “mímesis” introducido por Platón. Éste concepto refiere a la teoría de Platón que considera la existencia de dos mundos, el mundo de las ideas y el de los sentidos. Es así cómo la mímesis se traduce en una perfecta articulación entre la idea (en éste caso Dios) y lo sensible, en éste caso la obra en sí (lo material). Ésta mímesis de acuerdo a los supuestos clásicos se lograría con la perfección de la forma, dadas por la proporción y el naturalismo. 

Se puede observar cómo se da en ésta obra particular una cercanía a éste concepto a través de lo que menciona Dalí, en la búsqueda de una belleza naturalista que encarne la belleza propia de Dios, es decir que la obra busca justamente ser la representación de ésta idea de máxima que Dalí busca transmitir con su obra. Todo esto se puede observar fundamentalmente en la representación del Cristo crucificado acorde a una búsqueda en el sentido expuesto por Hegel, el arte cómo “materialización sensible de la idea”. La búsqueda de representar algo que está fuera de la obra, una idea superior. 


 No se puede decir de ésta manera que la concepción de Heidegger es completamente ajena a ésta obra ya que si bien en un plano se busca ésta encarnación de ideas, se da en la unión del plano superior e inferior una imagen más relacionada al tradicional imaginario de Dalí, referido al mundo de los sueños. Sin embargo aparece, en función de lo planteado y la promoción de la religión cómo salvación en un mundo deteriorado, el plano superior cómo el mayor centro de significación dentro de la obra y por lo tanto la prevalencia de aquellos preceptos religiosos ubicados fuera de la obra. Es decir que involucra, más allá de los valores formales o estéticos relacionados a la belleza, lo que Stites llama valores de asociación o extra-estéticos, en éste caso relacionados a la promoción de valores cristianos en un mundo debilitado por la post-guerra cómo un ideal del artista de salvación de la humanidad a partir de la recuperación de lo tradicional. 

Este profundo análisis no hace más que demostrar como el artista se siente conmovido frente a la realidad que lo rodea, magnificado esto por la sensibilidad que les es propia. Aún un caso cómo Dalí cuya obra y personalidad demostraban un alejamiento del mundo real se denota este cambio radical producto de un profundo dolor existencial y fundamentalmente humano.




Bibliografía:



- Kelvingrove Museum, Sitio oficial del Museo Kelvingrove: www.glasgowlife.org.uk. Artículo “Iconic Dalí Painting returns to Kelvingrove”. 1/4/2011. Recuperado el 29 del 10 de 2011 del sitio: http://www.glasgowlife.org.uk/news/Pages/Iconic-Dali-Painting-Returns-to-Kelvingrove.aspx

- Kraube, Anna Carola. Capítulo: “El Surrealismo 1924-1945”. En “Historia de la Pintura, del renacimiento a nuestros días”. Alemania, Traducción Loc-Team, Ed. Könemann, 2005, Página 103.


-  Fundación Gala-Salvador Dalí. Biografía rescatada del sitio oficial de la Fundación Gala-Salvador Dalí: www.salvador-dali.org. Recuperada el 29 del 10 de 2011 de http://www.salvador-dali.org/dali/biografia.html

-  Ureña, Gabriel. “Las vanguardias artísticas en la postguerra española, 1940-1959”. Editorial ITSMO, España, Página 219.



- Dalí, Salvador. Carta publicada en Scottisch Art Review. Volumen IV, nº 1. 1952. Recuperado el 29 del 10 de 2011 del sitio  http://www.all-art.org/art_20th_century/dali-5-3.html.


- Platón. “ION o de la Poesía” y “República o de lo justo” .En “Diálogos”. Estudio Preliminar de Francisco Larroyo. Ed. Porrúa, Vigésimocuarta Edición, México, 1996, Páginas 95-104 y 602-621.



- Hegel, Georg. “Definiciones generales” En: Introducción a la estética. Ed. Península. Barcelona, 1990.

- Nietzche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. Ed. Alianza. Madrid, 1990.

- Heidegger, Martín. Arte y Poesía. Fondo de Cultura Económica. México.


- Stites Raymond. “Las Artes y el Hombre”. Ed Reverte, España, 1950. 455 páginas.
Valdes de Martinez, Sara Carmen. CapÍtulo II, “Los Valores”. En “De la Estética y el Arte”. Universidad de Guadalajara, 1989, Páginas 25-31.


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