lunes, 9 de julio de 2012


AbriendoIdeas Teorías

El poder de lo fantástico.


Esta es una teoría que se fue generando en mi mente desde hace tiempo y considero que es la razón primordial de mi encanto por el género de lo fantástico y lo maravilloso en todos los planos del arte.


Es necesario destacar que este género produce en el público un alejamiento en el plano de la percepción, debido a que es imposible en un primer momento una identificación o similitud con la vida real. Justamente lo opuesto el realismo, donde se genera una cercanía a partir de la comparación entre la obra y la vida de los espectadores, quienes entienden ese arte cómo derivados de la vida cotidiana. 

Este efecto de alejamiento en relación con lo fantástico se genera a partir de la presentación de obras que no tienen vinculación con la realidad, sino que son pura imaginación, parten de la construcción de mundos completamente ajenos al plano de lo verídico en un sentido científico y racional.

Sin embargo ésta característica genera dos fenómenos que componen, de acuerdo a mi criterio, el poder de lo fantástico. 


En primer lugar, se genera al momento de consumir una obra fantástica (tanto literaria, cómo audiovisual o plástica) un momento de plena libertad para el espectador. Donde se libera de las estructuras mentales, de los prejuicios, costumbres y opiniones pre-construidas. Es decir que el público descarga todas estas restricciones y abre completamente la cabeza frente al mundo que se le presenta. En ese período de total libertad, aprecia y aprende las características de ese universo maravilloso. Antes de atravesar la puerta hacia lo fantástico se deja en el umbral todas las cargas previas y se dispone con completa liberación a disfrutar lo que se le presenta.


En segundo lugar este alejamiento brinda la posibilidad de apreciar los sentimientos y emociones que se desarrollan en las obras de una manera completamente distinta a cómo se vivencia y se sienten en cualquier otro ámbito. Desde el afuera se pueden capturar y comprender los sentimientos en estado puro, justamente sin las cargas o perversiones de lo terrenal. El espectador puede apreciar el valor de una emoción en todos sus aspectos, porque es la vivencia del sentimiento puro lo que presencia. Uno puede observar, admirar y entender, cómo se gesta, cómo se desarrolla y cómo se condensan las emociones. Es por esta razón que calan tan hondo en la mente y el corazón del público.


Personalmente he vivido y en muchas ocasiones sigo viviendo con completa alegría y maravillado por las posibilidades y características de éste género, con la posibilidad constante de abrir la cabeza y disfrutar con la generación de  estos mundos cargados de fantasía y también de pureza con un carácter y una fuerza especial.


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