lunes, 18 de junio de 2012


AbriendoIdeas Teorías


Una publicidad sin prejuicios.

Por Gustavo Eduardo Rosatto


La publicidad es una actividad que se ha desarrollado a lo largo del tiempo constituyéndose hoy en día en lo que Debeljuh (2009), autor del campo de la ética y la filosofía, destaca cómo: ”el más desarrollado y extendido de los medios de comunicación de masas; omnipresente”. 


Es decir que la misma cómo fenómeno se ha extendido y abarcado la vida de los individuos en un hecho que el autor destaca cómo “publi-invasión”, donde la publicidad trasciende los espacios usualmente destinados para ella y abarca otros campos, impregnando todo con su lógica. La publicidad se escapa de los espacios restringidos en tanda, insertándose por ejemplo en los contenidos de los medios y hasta en sus estructuras, mencionando éste autor cómo ejemplo las publicidades no tradicionales, es decir justamente aquellas que se ubican en situaciones y espacios que habitualmente no son utilizados por la misma. (Debeljuh, 2009) Esto devela el grado de involucramiento de la publicidad en la vida social, como así también las responsabilidades que la misma debe asumir.


Para lograr un mayor entendimiento del fenómeno es necesario recurrir a una definición de publicidad, O´Guinn, Allen y Semenik (1999), autores del libro "Publicidad", la definen cómo: “un esfuerzo pagado, trasmitido por medios masivos de información con objeto de persuadir". Es decir que involucra nuevamente el aspecto masivo de la comunicación, una forma de llegar a grandes grupos con un mensaje, añadiendo además el espíritu comercial de la publicidad, siendo una técnica al servicio del marketing que se alinea con los objetivos comerciales de las organizaciones. 

Éste carácter masivo y utilitarista es el eje de la crítica de Manuel Velásquez (2000) en su análisis de los efectos sociales de la publicidad. Señalando que la misma construye deseos y creencias en sus receptores. La publicidad de acuerdo a éste autor favorece la construcción de valores hedonistas y materialistas que se imponen a través de su difusión sobre aspectos más importantes de la vida de los individuos, haciendo prevalecer los deseos sobre las necesidades (Velásquez, 2000)


 La publicidad en realidad no hace más que hacer perdurar los ideales ya establecidos por la sociedad, refleja lo que la comunidad siente y piensa, en orden de favorecer una empatía y un marco de aceptación para el mensaje. Es decir que la publicidad toma lo existente en la sociedad y lo refleja, para generar una sensación de similitud entre lo que la persona vive día a día y lo que observa en los mensajes. 

La publicidad entonces toma aspectos de la realidad y los incluye en sus mensajes favoreciendo o potenciando la transmisión de situaciones íntimamente relacionadas a los hábitos y formas de ser de las personas. Ésta consideración se hace aún más relevante en la masividad del mensaje, dónde de acuerdo a lo expuesto por Velásquez (2000) se recurre aún más a las fórmulas preestablecidas en orden de construir un mensaje “agradable” para la mayoría. 

En la generación de dichos mensajes, al ser el punto de partida el sentido común y las costumbres compartidas por una sociedad, se suele caer en la inclusión de prejuicios y estereotipos. El diccionario de la Real Academia Española (2009) introduce el término prejuicio cómo una: “Opinión previa y tenaz, por lo general desfavorable, acerca de algo que se conoce mal”, es decir un prejuzgamiento que se realiza sobre algo o alguien. 


Los estereotipos, son de acuerdo a lo planteado por Quin y McMahon (1997), una: “imagen convencional acuñada, un prejuicio popular sobre grupos de gentes” “es una forma de categorizar grupos”. Es decir que al crear un estereotipo se está creando una imagen del grupo, que puede ser positiva o negativa, siendo su origen de acuerdo a lo planteado por los autores, información errónea, hiperbolizada o una característica de algunos miembros extrapolada al resto del grupo.

Justamente Terrence Qualter (1994), destacaba que la publicidad tradicional genera una “perpetuación de los estereotipos tradicionales”, es decir que la publicidad en su aspecto masivo elude el cambio y perpetúa los sistemas vigentes, para llegar más fácilmente al público, reproduciendo todo lo que existe en la sociedad del momento. Se puede observar en éste aspecto cómo la publicidad favorece la transmisión de estereotipos, ya sea desde lo étnico, cómo desde lo estético y los ideales de la belleza.



Sin embargo todas estas consideraciones referentes a la publicidad y aún vigentes en muchos casos actuales, tienen también un componente de prejuicio que excluye una rama de la profesión que ha crecido profundamente en los últimos años, el fenómeno Internet y la comunicación directa, en su matiz selectivo. Es decir que se ha abierto una puerta para la comunicación comercial en el ámbito de lo selectivo, la posibilidad de acceder a grupos reducidos de personas, a través del entendimiento del consumidor y sus voluntades específicas. 

Estos cambios no sólo son provenientes del mencionado individualismo posmoderno (Petrella, 1995), sino fundamentalmente de lo que León Schiffman (2005) define cómo la “Revolución Digital”. Revolución generada por la Internet, pero que se derivó en profundas modificaciones para la sociedad y para el comportamiento del consumidor, que adquiere un gran poder gracias a la enorme información que tiene a su disposición. Esto genera lo que Schiffman señala cómo un “consumidor independiente” que “sabe lo que quiere y cuando lo quiere”. 


Es así cómo la publicidad requiere, para acercarse a éste nuevo consumidor, la constitución de mensajes más selectivos que atiendan a sus necesidades particulares, constituyéndose desde el entendimiento de la subjetividad de los consumidores. En ése plano Cobo Romaní y Kuklinsky (2008) señalan en su texto “Planeta Web 2.0” el uso de las redes sociales cómo medio fundamental, no sólo por la posibilidad de conocer al individuo y su perfil, para poder llegar a él efectivamente, sino también por la posibilidad de detectar allí comunidades organizadas por gustos o intereses que permitan construir un mensaje específicamente orientado hacia ellos. 

Este proceso de desmasificación e individualización generadas cómo consecuencia de la “Revolución Horizontal” (Alonso, 2009), conlleva la posibilidad y la necesidad de apelar a la individualidad de las personas, generando técnicas de comunicación y negociación que se acerquen cada vez más al “peer to peer (Alonso, 2009), es decir a un proceso que vaya constituyendo una situación de igualdad entre emisor y receptor.  

Al irse convirtiendo la publicidad en un fenómeno que atienda a éstas características, puede gestarse la posibilidad de la construcción de mensajes que no necesariamente apelen al sentimiento de la sociedad toda. Esto no significa que la publicidad no ha reducido ya sus formas de segmentar y diferenciar al público objetivo, pero aún en su formato tradicional continúa adherida a la idea de agradar a todos los que pudieran ver el mensaje y para ello reproducir las estructuras y situaciones propias del sentido común y las costumbres de la sociedad. 

En ésta búsqueda de la identificación individual puede generarse la posibilidad de deshabilitar los prejuicios y estereotipos en los mensajes publicitarios, quitándoles el respaldo masivo que los crea y los promueve. Se genera la posibilidad de construir mensajes que no partan del prejuzgamiento, sino de la atención a lo que estos grupos desean, de romper esas estructuras enormes que impiden entender la subjetividad de las personas y construir los mensajes desde la coparticipación y no tanto desde la intuición o el prejuicio. Nunca como ahora, gracias a Internet y su capacidad de acceso al individuo, se ha habilitado la posibilidad de investigar las motivaciones y los gustos del público a un nivel particular, considerando cómo una probabilidad realmente accesible la reducción de los grupos objetivos y la atención a sus necesidades particulares.

Los prejuicios seguirán existiendo en el futuro cercano, ya que implican estructuras muy arraigadas y constituidas desde hace mucho tiempo (Schiffman, 2005), pero el entendimiento del individuo desde su particularidad, así como la generación de un contacto directo cómo el que promueve Internet, posibilitará la constitución de una disciplina que pueda alejarse cada vez más de estos estereotipos. Dejando de lado a los mismos cómo forma de acercarse a las personas desde condiciones pre-construidas, logrando ver la verdadera realidad de los receptores, la que esos estereotipos esconden o falsean. Es decir construir mensajes desde el entendimiento real y no desde prejuicios



Arthur Danto (1999), reconocido filósofo y crítico de arte, destacó que el arte contemporáneo logró un proceso de auto-consciencia, al darse cuenta que no habían límites para lo que el arte podía ser, es decir despegándose de las normas clásicas del mismo y de sus pre-conceptos, forjando un arte sin límites, sin condicionamientos.



Es tiempo que la publicidad transite el camino de la auto-reflexión en relación a su situación actual, no necesariamente liberándose de todo límite, puesto que es una disciplina estratégica que persigue objetivos específicos, pero sí desligándose de antiguas estructuras que no hacen más que impedir su progreso y hacer perdurar prácticas sociales que no favorecen el crecimiento de la comunidad. 



Es tiempo de hacerse cargo de los efectos sociales de la publicidad, más aún considerando que muchas áreas imitan su estilo y estrategias, alineando el comportamiento ético con el publicitario y favoreciendo la inclusión antes que los estereotipos. Es decir articular una publicidad que cómo disciplina haga prevalecer comportamientos éticos que favorezcan desde la omnipresencia publicitaria un pensamiento que trascienda lo estrictamente utilitario y genere formas de aportación al bien social. El futuro de la publicidad transitará el camino de la generación de mensajes e incluso de productos más selectivos, que atiendan a los deseos particulares y se amolden a lo que las personas buscan, se puede pensar para el futuro una publicidad sin prejuicios.





Bibliografía

- Alonso, G. y. (2009). La revolución horizontal: el poder de la comunicación en manos de la gente. Buenos Aires: Ediciones B.
- Danto, A. (1999). Moderno, Posmoderno y Contemporáneo. Buenos Aires: Taurus.
- Debeljuh, P. (2009). Ética empresarial. Cap.6. Pág. 129. Buenos Aires: Cengage.
- Gerrig, R. y. (2005). Psicología y Vida. XVII edición. México: Editorial Pearson educación.
- Kotler, P. (2009). Dirección de Marketing. Pág. 242. México: Pearson Educación.
- Kuklinski, C. C. (2008). Planeta web 2.0: inteligencia colectiva. México: Editorial LMI.
- O´Guinn Tomas, A. C. (1999). Publicidad. España: International Thomson Editores, Pág. 6.
- Petrella, V. (1995). "Los límites de la competitividad". Buenos Aires: Macchi.
- Qualter, T. H. (1994). Publicidad y democracia en la sociedad de masas. Pág. 97. Buenos Aires: Editorial Paidós.
- Quin, B. M. (1997). Historias y estereotipos. P. 139. Madrid: De la Torre.
- Schiffman, L. G. (2005). Comportamiento del consumidor. México: Pearson Educación
- R.A.E. (2009). Sitio oficial de la Real Academia Española. Recuperado el 9 de 10 de 2011, de www.rae.es: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=prejuicio
- Velásquez, M. ( 2000). Capítulo 6: “La ética de la producción para el consumidor y el marketing”. En “Ética en los Negocios”. México: Prentice Hall.


No hay comentarios:

Publicar un comentario